domingo, 11 de febrero de 2007

Multitud

Ya no distingo la realidad. Hablo con ellos, vivo como cualquiera puede hacerlo. No hay nada extraño en eso. Sus caras me son familiares, sus conductas y, sobre todo, las mias son normales. Pero luego mis ojos se abren.

A mi alrededor el mundo ha muerto. En la terraza mi única companía es el mate que extingue su vida útil a medida que vierto mecánicamente agua en él. Pero no habla. Es una cosa inerte que cumple una función. Ahora los escucho...

Son autos, algunas risas y murmullos. Reconozco que se trata de palabras, pero no puedo ordenar lo que escucho, tampoco de dónde provienen. El universo vacío que me rodea es lo más parecido al desierto: estoy solo. ¿Quienes sobrevivieron?

Ahora me pierdo en la multitud. Quizáz como Baudelaire, o el inmortal de Borges; soy invisible. Pero no los veo. Observo el mundo, pero no estoy en él.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Alienados...siguiendo nuestras sombras, dándoles el privilegio de ser nuestras guías. Creemos que podemos tocarlas y hasta darles forma como a la plastilina. Ellas aceptan el compromiso, toman el poder y, como todo poder, lo hacen crecer. De repente el agua me lleva, y encuentro un par de ojos, encuentro un par de orejas, con todas las ganas de cumplir su función, y encuentro palabras, esas palabras vienen directo hacia mi como misiles. Y las dejo venir, pero no me lastiman, sino que gozo recibiendo sus pinchazos y se funden en mí y provocan lo humano. Y encuentro el mundo, el mundo está ahi! solo hay que querer verlo.

Anónimo dijo...

A la distancia, ahora puedo ver que ni siquiera te odio. Además, escribís pésimo. ¿Será por eso que nunca pudiste expresarte conmmigo?